domingo, 24 de mayo de 2009

¿El hábito hace al monje?








El otro día, en una charla, casi sin darme cuenta, empecé a fijarme en la vestimenta de la gente. Prácticamente la mayoría de los hombres llevaban traje. Fue observar este hecho y a los pocos segundos el cerebro se me puso de color gris y sentí un profundo aburrimiento.
El traje me pareció una jaula rematada con un lazo al cuello. También me pareció percibir que la corbata impedía que la energía circulara con equilibrio por el cuerpo, incluso, tal vez impedía que las ideas llegaran adecuadamente a la cabeza. Y pensé que tenía que hablar con mi médico (la Dra. R.B.) para advertirle de este posible problema.
He preguntado a mi alrededor sobre la opinión que tiene la gente sobre el traje y éstas son algunas de las cosas que me han contado:

- Una prenda que indica status, quizás también cierto nivel de poder.
- Un uniforme, práctico porque no tienes que pensar sobre qué te tienes que poner.
- La gente, cuando llevas traje, se dirige a ti “de otra manera”, con más respeto.
- Con el traje no puedes levantar los brazos hacia arriba, por ejemplo en un arranque de júbilo.
- Sirve para marcar distancia entre la gente. Llevando traje eres una persona menos accesible.
- Es una prenda elegante. Vistiendo traje los movimientos que realizas son más refinados.
- De la persona que viste traje se espera unos mínimos de educación, y que huela bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El traje no deja de ser un uniforme que se asocia a determinados roles en función del contexto en que se use y esto no es ni mejor ni peor, tan solo una herramienta más de comunicación. Como también lo son el uniforme del cuerpo de bomberos, las sotanas, el pijama de enfermera, la vestimenta antisistema o la uniformidad de la borrokilandia.