domingo, 5 de abril de 2009

Crónica del pájaro que da cuerda al mundo



"...Mi conciencia se iba dilatando junto con el paisaje y acababa por ser tan difusa que no podía mantenerme aferrado a mi cuerpo. Ésta fue la sensación que experimenté en medio de las estepas de Mongolia. "¡Qué inmesidad!", pensaba. Más que la estepa, parecía el mar. El sol ascendía por la línea del horizonte del este, cruzaba el cielo despacio y se hundía en el horizonte del oeste. Ante mis ojos, esto era lo único que cambiaba. Y hacia este desplazamiento del sol yo sentía algo que cabía definir como un enorme amor cósmico..."





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